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Jara López


Jara López es una apasionada de las letras en todas sus expresiones. Más de media vida lleva dedicada al teatro, su gran pasión, pero fue la poesía quien llegó en el momento adecuado como una vía de escape al dolor. La obra de Jara bebe de la poesía de Salinas y de las letras de cantautores y cantautoras latinoamericanas. Con experiencia en slam poetry, micro abierto y recitales, llegó a publicar su primer poemario autoeditado (nombre) en (año). El esfuerzo y la lucha en la autogestión dentro del mundo de la poesía es solo un ejemplo más de todo aquello donde la mujer debe luchar el doble para demostrar su valía.

Su poesía tiene un claro valor honesto y humano, y nos lo demostró con dos de sus poemas de raíz feminista, ‘Rojas’ y ‘Soy manías’.

‘Rojas’ se escribió como manifiesto a la autoridad en una noche de luna y brujas, reivindicadora de nuestros poderes. ‘Soy manías’ es un poema personal con fuerza, delicadeza y rabia acumulada con el que Jara López, con su particular estilo al recitar, consiguió remover en sus butacas a los espectadores aquel 30 de noviembre.


Rojas

La luna, hermanas,

esta noche de noviembre

nos mece, conjura

con su mirada felina,

engatusa.

Rayos, caricias, rito,

danza y brujas.

Luna empoderada

de aullido ancho y larga travesía,

juntas somos la marea

que la vida salpica,

la copa de sangre

morada feminista,

ardiente escoba hecha ceniza

por una historia que cuelga

de los testículos de Marte.

Luna que ya no espera conformista

a la sombra de la Tierra.

Ínfima, reducida, mas constante

alcanzando el vuelo más elevado

de su órbita loca,

henchida de honesta fortaleza.


Llaman sus trompas,

tobogán para las alondras.

Juntas siendo lobas,

cuyas almohadillas

sellan en rojo las puertas del sol

y del lomo, rosas se desprenden:

plaga sobre sus campos

de batalla de egos y espina.

Fruto de un sistema

que perpetúa violencia,

que nos desvirtúa

con sus acuarelas etéreas,

mazas y pinceles

nos educan, olvidan, violan.

Luna, no nos dejes en cifra

no permitas

que cosamos remiendos

a la justicia

que no nos cree, menos, protege.

Somos las libres

con jaulas en el pecho.

Censuras sexistas como ofensa,

tallas de las putas más puras.

Dichosa, hechicera, autocuidado

que invoca a Safo y Afrodita.

Oh, diosas, compartamos

el poder de creer en nosotras

y nuestras vulvas que vivan

artistas, llenas

todas lunas

resplandecientes, eclipsadas

tan solo por nuestra lucha.

Juntas seremos

las más largas del siglo.

Soy manías

No todos eran imprescindibles.

( la eternidad en Gata Cattana) Tengo manías.

Tengo la necesidad imperiosa de pegar notitas de papel; no para recordar qué debo hacer, qué va, se trata de un paraguas abierto ante la tormenta de ideas, fruto del dolor, impregnadas en la sien. Y, entre ellas, volver a la infancia, partir en dos la varita y de un solo toque descoser del vestido rosita Disney sus connotaciones negativas asociadas. Tengo un molinillo para la ruina en grano que canjeo si me das la oportunidad, pues lo que hay no se ha de dar por sentado porque no es obvio, porque cada una se disuelve en su propia verdad, igualmente, desmentida. Y es que la normalización eclipsa nuestras capacidades reales. Tengo una lucha constreñida por los estereotipos, una canción sometida, un planteamiento andando como hormiguita por la espalda. Y, saben, me duele; me duele porque lo que soy no es un cumplido para ninguna. O sí, pero asusta. Tengo un ahora que se mofa del miedo que me inculcan, sé buena, nunca sola, dónde vas tan descocada, tápate, guarda, llama cuando llegues…

Pero me crié al calor, de brazo en brazo, colgada del techo del Aleatorio, velitas en el patio de La Casa Vieja, de la chimenea del bar Iribar donde juntaba dos sillas cuando el bostezo asomaba; así que: esta cerveza va aquí que me apetece invitar y, ese “gracias”, me corresponde. Tengo un cofre donde guardo los pendientes y el aire exento de mitos, y cuanto más subo para liberarlo, más te echo en falta, mujer eres un anónimo ejemplo a seguir. Y, saben, mellan las nimiedades. Tengo menos fuerza física para sostener el arco de la violencia y el poder, no obstante, si inhalamos evolución, ¿las hormonas no serán más que notitas arrugadas? Serán papel que plasma rabia, pero no amenaza. Serán éxito reconocido. Tengo unos prismáticos siempre entre las manos para a la aceptación combatir y una bolsa en el maletero de ropita de tres años para un futuro en que la masculinidad y el dinero no vayan vinculados. No somos fábricas de dureza ni el carburante de sus débiles egos, ni cocineras de pasas arrugadas, de miradas al suelo antes de nacer al servicio de nadie. No llevamos anillos de casadas o, sí, pero no por ello somos automáticamente más respetables, no somos el fracaso personal de la independencia, no renunciamos a ser ni competimos. No somos seres sexuales alienígenas ni la virginidad es un elogio, ni vergonzosas ni culpables ni silenciosas ni expectativas de género; pues cuanto más cargadas de atributos henchidos de deseos, más a ras de tierra, más vida somos, creamos. Por ende, no tenemos porque las poetas ya somos manías de poeta.

Sigue sus trabajos en Instagram: https://www.instagram.com/jaraaaaaaaalo/

Fotografías de Nora González.

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